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30 de mayo de 2015

Otra vez tres

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Mayo, junio y julio son meses en que los chicheños andamos de festejo en festejo, unos por eventos comprobados, otros por aquellos de cuya ocurrencia no hay certeza y también porque la tradición así lo manda desde antes.

Sí claro, tampoco faltan festejos en agosto, septiembre, octubre y por supuesto noviembre para luego continuar la fiesta en diciembre, obvio en enero con la Fiesta de Reyes y no la paramos hasta carnavales que según venga la mano se celebran en febrero o marzo y luego la Pascua para completar la docena (de meses).

¡Ah, sí!, ahora te cuento qué se festeja en los tres primeros meses mencionados, aunque seguro ya vas adelantando el recuento:
En mayo, el día 20 se festeja la fundación de Villazón, ciudad capital de la provincia Modesto Omiste, que este año cumplió nada menos que ciento cinco años.

En junio, aunque no nos parece a algunos, festejamos la dizque  fundación de Tupiza.

Y finalmente, en julio llegan las "Santanitas" o fiesta de Santa Ana y con olor y sabor a tijtincha, la fiesta del Tata Santiago.
Pero, hoy no pase por aquí para hablar de las fiestas, sino para comentarte que María Elena Chambi Cáceres, también tiene uno de los ejemplares del libro  "Glorias de la Histórica Región de los Chichas en la Independencia", cuyo autor es el Profesor Edgar Murillo Huarachi y sobre el que te conte aquí.

Además, María Elena es autora del recién presentado libro "Los Chichas en la Colonia" y "de Vientos del Sur" .

Sí, eso era, entré al blog para decirte que ya que estamos en época de festejos relacionados con la historia, es una buena ocasión para que adquieras un ejemplar de los libros mencionados y nutras tu conocimiento para luego, con orgullo levantar tu copa y brindar por la tierra chicheña.

El libro "Los Chichas en la Colonia", se encuentra a la venta en la librería el Baúl del Duende, frente a la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz, puedes también pedirlo llamando al 70630710.

Por su parte, el libro "Glorias de la Histórica Región de los Chichas en la Independencia", lo puedes encontrar en la librería Los Amigos del Libro, frente a la Plaza del Estudiante o llamarme al  72513464 y pedir tu ejemplar, que como comenté en esta entrada del blog, también lo podemos enviar para la ciudad donde radiques, solo tienes que llamar o enviar un mensaje a una de las siguientes direcciones:
¿Por qué el título? Pues, porque en diciembre te hablaba también, de  tres producciones de autores chicheños.

Dale, adquiere tus ejemplares y envíame una foto tuya posando con ellos, para que mostremos al mundo tu orgullosa y sabia adquisición.

22 de mayo de 2015

Miradas de un tiempo...

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(20/05/2015)
Acababa aquel mes de marzo y con él los días agradables del verano chicheño, por órdenes superiores nos trasladaríamos ese medio día a Mojo, era el destino para realizar la segunda "revista", llegamos como a las cinco de la tarde arrastrados por aquel tren carguero que dejó los últimos vagones, mientras recogíamos nuestros enseres la humeante locomotora continuó su recorrido al sur con algunos vagones cisternas llenos de combustible.
Villazón

En la estación que estaba vacía, sobresalía una torre de agua y a los costados de la vía una gran cantidad de maderos de quebracho, que servían de "durmientes" para sostener los raíles del ferrocarril.

En correcta formación y a los sones de una marcha cantada a capela, llegamos a las puertas del vetusto Cuartel de Mojo. Allí, una escuadra de conscriptos y un sargento dieron el parte correspondiente a nuestros instructores, con los últimos rayos del sol ingresamos en él y la primera impresión que me causó fue de desamparo, hicimos un recorrido rápido por las instalaciones a la vez que limpiamos nuestro dormitorio, habían pocas camas, por eso, yo compartía la misma con mi primo el "Caronte".

Los días posteriores eran de rutina, a primer hora el desayuno, luego la gimnasia, el orden cerrado hasta la extenuación e invadidos por las diminutas y molestas estrellitas del suelo agreste que se pegaban al uniforme de jerga de tanto "tenderse, levantarse" y que causaba escosores insoportables, posteriormente a comer, por las tardes visitar el terreno donde prepararíamos el examen táctico de toma de localidades, marchábamos hasta el puente más sobresaliente, y luego de unas simulaciones, recorríamos dos columnas de soldados flanqueando las vías, para tomar prisioneros a cualquier transeúnte y al jefe de estación, que cooperaba todos los días y finalmente, la toma del cuartel, como si se tratara de un asalto a una fortificación enemiga.

Todos los atardeceres, antes de la cena bajábamos hasta la estación de trenes, cerca de ella estaba la tienda donde podíamos comprar algún pan o mortadela para llenar el buche que parece no tener fondo cuando se es conscripto. Muchos de los camaradas recordarán a la uraña mujer que atendía la tiendita, miraba de reojo debajo de su ajustado sombrero con cierto aire de Cow boy, por eso quizá la llamábamos "la Red Ryder".

De esa estadía en aquel poblado tan particular son mis conversaciones con el gran amigo Chaba García. Raul era maestro de niños en la escuelita que quedaba contigua al camino carretero. Los domingos de franco nos apeábamos en la tranca para esperar la primera movilidad que llegara, si venía del norte, nos iríamos a Villazón, si venía del sur el recorrido sería más largo hasta Tupiza, otras veces nos quedábamos en Arenales a degustar los sabrosos asados de cabrito con los últimos choclitos de temporada, otras veces llegábamos a la casa del amigo Freddy Vargas el yurumeño que quería vaciar su despensa a fin de tenernos bien comidos.

Aquella mañana nos despertamos más temprano de lo habitual, antes que rayara el sol estábamos preparados para partir a Villazón, teníamos que asistir al desfile por su efemérides, llegamos al pequeño cuartel muy cerca de la estación de ferrocarriles, recorrimos una ancha avenida dividida por las vías del tren hasta el edificio de la Terminal de buses, ahí a la vuelta, la plaza principal, una torre de iglesia sobresalía altiva, donde llegaban casi todos presurosos, una comitiva de autoridades civiles y militares encabezaba aquella columna humana, la presencia de un cura que saludaba con aire festivo me llamó mucho la atención.

Y llegó nuestro turno, el oficial con un discurso no habitual terminó con un: "Con compás, marrr" y a la misma orden la banda de música empezó los acordes de la marcha mas lenta, para el paso de "ejercicio", los civiles dirían "paso de parada", al subteniente "Borsalino" se le hinchaba el pecho, con el mentón casi pegado al esternón, su mirada fija y blandiendo su sable, encabezaba nuestra sección, la de los más bajitos, que portábamos fusiles, una ametralladora por escuadra y los lanza cohetes ante el aplauso de la población.

Aquel día, creo que inauguraban el nuevo mercado, se veía todo limpio, allí almorzamos, cada vivandera estaba obligada al parecer, a dar de comer a cuatro o cinco soldaditos, recuerdo que después de mucho tiempo nos daban a escoger el plato, yo me atreví con un delicioso saice y que además era generoso como una montaña, por la tarde nos dieron franco, así que nos fuimos de paseo y casi al anochecer nos tomamos unos vinos de damajuanas en abundancia, no reparamos las horas cuando recuerdo que estábamos en la puerta de una fiesta en la "Terminal", insistiendo en querer entrar, cuando de repente oímos una voz muy familiar: ¡Soldaditos...!, quedamos firmes, pero el vino ya había hecho su tarea, nos ordenó que nos retiráramos de inmediato. Se trataba del Teniente Fernández oriundo de aquella ciudad, al que cariñosamente le decíamos : "El Men", ja, ja, ja...

Volver al cuartel y en esas fachas no era lo aconsejable, sabíamos qué sargento estaba de guardia, por eso buscamos alojamiento en casa de un familiar conocido que se apiadó de nuestra temeridad a esas horas y soportando el intenso frío solo posible al amparo de los vinos en el organismo. Eran los días del penúltimo año que gobernaba el general como si se tratara de su feudo particular.

Hoy 20 de Mayo, están de fiesta nuestros hermanos de Villazón, para todos ellos nuestros agradecimientos por ser vigías de la bolivianidad - y aunque todavía se percibe aquella rivalidad creada por intereses ajenos que nos dividieron administrativamente- Vaya para todos ustedes un abrazo sincero de un Karazapato, como gustan decirnos, y que tengamos mejores días, los que soñaron y sueñan sus mejores hijos, como Carlos Villegas, Hernán Cayo, Lelis Molina, Oscar Solíz, Mario Lima, el querido "Matracas" y tambien a mis paisanos que se quedaron allí para engrosar las filas de los guardianes de nuestra frontera: Roberth Vargas, Héctor Ortega, Héctor Ajalla, Mery Cedro, José Lafuente,el "Peluso" y tántos otros.

Para mi amigo Papillón con quien compartí aquel encierro entre risas, patadas, palos y marchas...