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22 de diciembre de 2022

¡Mira, mamá, sin mano... aaaayyyyyy!

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Una imagen, dos épocas y un paisaje que parecen disolverse con la bruma que precede al olvido que llega junto con la nieve que puebla la sien.

Un personaje, varios nombres (sí,  ya sé, apodos) en el transitar de este paisano por ese mundo ancho y ajeno que identificó Ciro Alegría quichicientos años atrás. 

Recuerda que para acceder al contenido de los sitios o notas a los que están enlazados, puedes hacer clic o pulsar sobre los textos que aparecen en color diferente y/o subrayados.

No siendo pocos ni muchos, van desde Cayitos, Muyiyo, Flaco y Pataco --como me llamaron en el poderoso Colegio Nacional Mixto Suipacha y  en la colimba-- porque los apodos de tus hermanos (o primo hermano en este caso, que lo heredó de su papá, mi tío Adolfo) te los achacan y listo, no hay dónde reclames. Ahistá, por ejemplo, mi hermano Mal Paso, a quién le achacamos el nombre de su cuñao el Cherro hasta que por sus méritos accedió al propio, Pluto (Toplu y Plutito también le decimos con cariño y cuando hace renegar le quitamos la "l").

Ya en la ciudad del Illimani, nuevas vivencias y nombres: Cofla, Pollito, Cayos, Yosca, Carlini, Carloncho (usado por los amigos de Sobrevigencia y del Taller de Música Popular Arawi), Quin (por los amigos de la Tropa Cósmica Boliviana) y el actual Quintacho, referencia de los amigos del grupo "Tupis en el IV", nombre con el que se identifica además a este blog. 

Pero, mira cómo son las cosas que hace chorrocientos años, cuando era alumno del Colegio Nacional Antofagasta,  este último nombre lo usaba el recordado profesor Agustín "Acuto" Mendieta, con quien tuve, muchos años después, el gusto de compartir reuniones laborales (así como festivas en torno a sendas mesas cacheras) en Sucre, la ciudad capital.

En mis primeros años en la "Hoyada" (sí, también a las ciudades les ponen apodos), solía decir que "ser boliviano, tupiceño y de Mal Paso" eran los tres orgullos que tenía, lo que dio lugar a que los compañeros me llamaran Tupi y Mal Paso, "pa que veas" que los motes no te llegan únicamente por lo que dices (cómo lo dices), haces (cómo lo haces), comes, miras y piensas (cómo comes, miras y piensas), entre otros, si no también por tus orígenes. Ejemplos, de lo anterior son el "Miralejos", el "Bizcocho", el "Ranga", el "Alcohol", el "Vizcacha", el "Legitimo", el "Uyuni", el "Talina" y el "Rico poto".

¡Ja! pues sí, yo también pensé que esta nota iba a hablar de motos y moteros tupiceños, pero por alguna extraña jugada de la mente empecé hablando de apodos (los míos) , que dejaron lejos el "Carlos Hugo" puesto en la pila bautismal y gritado por mi querida madre cuando se enojaba... Más no te aflijas, Tomás, que ya vamos con ramos.

En mis años mozos en Tupiza el pueblito encantau, allá por los setenta y ochenta mientras algunos no teníamos ni bicicleta, razón por la que el "Rape" recurría a la del Nilo  había varios moteros. Tres que tiraban pinta, montados en sus corceles de acero, eran el Gilberto "Otto" Burgos, el Edgar "Jota" García y el Hugo "Jota" Vargas, amigos que lastimosamente se nos adelantaron, cuando menos lo esperábamos, a cabalgar por otros rumbos donde seguro lo encuentran galopando en un brioso potro alazán al Nomar Chavez.

Imagen tomada del muro de José M. Artola

Entre los hermanos que transitaban en motocicletas, motonetas y/o motitos, a las que en adelante (para no perder tiempo)  llamaré "motos" estaban los: Artola de Lacerda, los Burgos Flores, los Ortega Mamani, los Romero Torrico y los Cruz Catari. Claro, son los que recuerdo porque para nombrarlos a todos tendría que ponerlos a escribir frente a frente al  Abuelo Ramírez y al Colón Vargas, que se acuerdan de todos, todo ¡Mamma mia, qué memoria la de ese par🤦‍♀️!

Con el Pataco cuando éramos más jóvenes
Transitaban también el "Físico" Portela, el "Churqui" Ángelo, el "Bomba" Andrade, el "Champú" Andrade, el "Danico" Laguna, el "Cuzqueño" Segovia y el "Tito" Mark quienes al igual que el Carlos Rada que trabajaba en el banco junto al "Popocho", tenían motos y recorrían como wayroncos por todo Tupiza, según recuerda el Pataco (que es otro personaje que habría que sentar junto con el Abuelo y el Colón para ponerlos a escribir las "Memorias de #TupizaPueblitoEncantau").

Varios militares tenían y conducían motos, como el entonces Sargento Franz Rejas, instructor de la P.M., quien seguro fue el incitador para que también anden en moto los hermanos (as) Villena Rendón y el "Chunino".

A fines de los setenta, los Artola con otros paisanos (...) habilitaron la pista de motocross en la zona de la Posta Colorada, donde organizaban y realizaban competiciones, en las que en ocasiones participaban moteros visitantes.

Los profesores que tenían motos en esas épocas (70, 80) eran varios, pero justo ahora sólo viene a la memoria el recordado Hugo Cruz Heredia. Mas, no podemos dejar de nombrar a Don Humberto Gallo, al Dr. Tarifa o al "Chule" y su "cabra", como llamábamos los Mal Paso a su moto.

Imagen tomada del muro del Colón
Obvio, microbio faltan montón, pero de completar la lista a ver si se encargan los capos del recuerdo que cité previamente. Mientras tanto, para hablar de rutas moteras es ineludible referirse al genial relato del viaje de Tupiza a Camargo que como dice el "Colón" realizaron un grupo de amigos de su barrio, Villa Fátima:  

(...)con el "único fin de tomarnos unos genuinos singanis en la afamada tierra del apetecido "El Rancho", un singani que en esos tiempos era lo máximo en calidad.

Luego de volverme a deleitar con la lectura del relato del citado viaje, puedo asegurarte que si no lo hiciste antes ¡tienes que leerlo, ya! (pulsa aquí para entrar a la nota).

Imágenes tomadas de las muros de Guillermo Sócimo Coca Bazán y Milton Michel

Y ahora sí te comento, como era la idea inicial de esta entrada, que con gusto vi en el "Face" que hay paisanos como Guillermo Sócimo Coca Bazán, Milton Michel y Jaime "el Etiqueta" Michovich, que participan en rutas moteras (ojalá escriban al respecto, para acompañar las imágenes publicadas) y eso es algo que podría en un futuro próximo, dar lugar a que organicen... qué se yo, la "Caballería Chicheña Motorizada", por ejemplo, que acompañe en sus galopeadas a la "Gloriosa Caballería Chicheña".

Imagen tomada del muro de Miltón Michel

Mientras tanto,  rodaremos por estos lares con mi pequeña "Zuli" esperando que se presente la oportunidad de hacerlo por el bello paisaje chicheño.



26 de noviembre de 2022

Recuerdos chicheños

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José Antonio "el Abuelo" Ramírez Reynaga, tuvo la gentileza de dejar donde su prima, la Benigna, dos libros de su autoría, que me permitieron conocer un poco de los varios que lleva escritos.

Ambos de amena lectura nos permiten recordar anécdotas y personajes del "Pueblito Encantau" así como de otras poblaciones chicheñas.


Así, en "LA JUANA O JANA PAULA Y OTRAS NOVELAS CORTAS DE LOS CHICHAS", el autor trae a la memoria cómo se desarrollaban, otrora, las actividades en Villazón "el diamante que se pule solo" y como por casualidad nos deja con una imágen de los galanes de entonces, entre ellos algunos amigos que recordamos con cariño:

La hija una joven esbelta, pero con los rasgos de la JUANA PAULA (...) más paraba en la Quiaca que en Villazón, pero todos los días se daba una vueltita de popularidad por la Plaza sin no antes recibir unos piropos de los galanes del lugar, como el Arpa, Lelis, los Chorizos, Porongas, Quintín, el Negro Alfaro y otros muchachos del ayer.

Son pues, dos libros de gratificante lectura que, sin duda, deberían ser leídos por toda la paisanada tupiceña y chicheña en general.


27 de junio de 2022

Rosendo Villegas Velarde

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Cultura e Investigación Palala Ahicito-2022

Gastón Suarez Paredes
¿Quién es, Rosendo Villegas Velarde?, es una pregunta que la gran mayoría de tupiceños nos hicimos alguna vez. Es muy probable que algún coterráneo se exprese de otra manera: ¿Cuyo hijo es Rosendo Villegas Velarde?

Para responder la pregunta, es necesario indicar que, Rosendo Villegas Velarde, es el nombre de una obra musical que pertenece en letra y música al escritor boliviano, Gastón Suárez Paredes, nacido en Tupiza el 27 de enero de 1929 y fallecido en la ciudad de La Paz el 6 de noviembre de 1984 a la edad de 55 años. 

Gastón Suarez fue un escritor muy reconocido a nivel nacional e internacional. Sus obras escritas y difundidas, son conocidas mundialmente. Sobresalen: Mallko, Las Aventuras de Miguelin Quijano, Vértigo, Vigilia Para el Último Viaje y El Gesto, entre muchas otras más. También escribió la trama y el guion para la película “La Mina Alaska”. Recibió varios reconocimientos por sus obras, siendo el más destacado el premio “Hans Christian Andersen” de Dinamarca con mención de honor por la obra “Mallko”. Esta obra también fue publicada por medio del convenio Andrés Bello para su difusión masiva en los países andinos.

Según el perfil de la red social “Facebook” dedicado a Gastón Suarez, la composición de esta obra musical provendría de un sueño después de una noche de bohemia en un lugar cercano a Tupiza que se llama “Palala”. En su sueño sintió los lamentos de un grupo de personas que traían a un minero muerto de nombre Rosendo que tenía planes de matrimonio y, la prometida lloraba. 

Posteriormente, Gladys Cortez (viuda del guitarrista Alfredo Domínguez) comenta que una mañana de domingo en la estación de trenes de la ciudad de La Paz -en la década del sesenta-, Gastón Suarez se encontró con ellos, y les dijo: “tienen que venir esta tarde a la casa, tuve un sueño y grabé lo que me acordé al levantarme”.  Así lo hicieron, fueron a la casa de Suarez y escucharon la grabación, de un casete, que parecía un poema. 

Gastón, les indicó que eran coplas cantadas y le propuso al hábil guitarrista efectuar el arreglo necesario. El resultado fue una excepcional obra musical interpretada por Alfredo Domínguez. El apellido “Villegas Velarde” viene de la ficción en la mente creadora de Gastón Suarez. De esta manera, la obra musical empezó a popularizarse con las interpretaciones de Alfredo Domínguez en la Peña Naira y en sus presentaciones, formando parte de su repertorio. 

La obra musical tiene en su letra tres estrofas de cinco versos cada una. La trama es el reclamo por la muerte de Rosendo a quien su prometida le llora y reclama su triste situación por los planes previstos, que no era justo lo que pasaba y que todo estaba listo para la boda. Se repite un verso en las tres estrofas y como característica especial y llamativa conjuga el verbo “hacer” como subjuntivo presente: “No me hagáis eso”. 

Similarmente, en el primer verso de la tercera estrofa conjuga de la misma manera el verbo “jugar”: “Por qué me jugáis esa mala pasada”. Otro aspecto llamativo es qué en el segundo verso de la tercera estrofa, pronuncia la palabra “fuerte” en castellano antiguo: “no ves que mi pena es Juerte”. Esta expresión es de origen extremeño y asturiano de España cuyo significado denota fortaleza. Perduró en las regiones rurales de latino américa. La estructura musical rítmica es de copla tonada en una melodía constante. 

En 1966, el famoso trío “Domínguez-El Gringo-Cavour” (Alfredo Dominguez, Gilbert Favre y Ernesto Cavour) realizó la primera grabación de esta obra musical en sello “Campo” de la ciudad de La Paz. Lograron gran aceptación en la gente, mientras que la relación existente con otros artistas como “Los Parra” de Chile, influyeron mucho en la difusión no solo de esta obra sino, de varias más. 

Al presente se sabe que esta obra fue incluida en 25 producciones musicales tanto nacionales como internacionales en formatos de Long Play de vinilo, Casete, Disco Compacto y Video. Los artistas y grupos que grabaron esta canción, son: Los Carabelas y Trío Sudamericano de España, Curaca-5 y el Dúo Quelentaro de Chile, Norma Peralta y Noelia Gareca de Argentina, SERPAL de Colombia, Viento de los Andes de Ecuador, Los Caballeros del Folclore, “Domínguez-El Gringo-Cavour” y Zulma Yugar de Bolivia. También fue parte de varios discos compilados, tales como: “Las Mejores Canciones de América del Sur” en Portugal y España, “Sud América Vol. 1” de España y, “Antología de la Música Tupiceña” de Bolivia y “Por Los Caminos de Sur América” en Colombia (con artistas como: Los Fronterizos, Chabuca Granda, Los 4 de Chile, etc.). Así mismo, gracias a la transcripción musical y difusión del tema por parte del guitarrista tarijeño Fernando Ardúz Ruiz, la obra llegó a otras instancias de interpretación, como conservatorios y escuelas de guitarra en Bolivia, Sud América y Europa. 

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Existen detalles muy interesantes a tomar en cuenta: Es la única obra musical que compuso Gastón Suarez. El grupo Curaca-5 y el Dúo Quelentaro de Chile grabaron la canción indicando que se encuentra en ritmo de cueca chapaca, mientras que Los Caballeros del Folclore de Bolivia la interpretan en ritmo de huayño. 

Sin duda alguna, “Rosendo Villegas Velarde” es una de las obras musicales más importantes y representativas de la región de Los Chichas, que es interpretada en escenarios grandes y pequeños, en guitarreadas y reuniones, escuchada en radios y, sobre todo, se encuentra presente en el consciente colectivo de todo tupiceño.

10 de mayo de 2022

El Cisne Enamorado

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Remedios Oviedo v. de Daza y su legado cultural

En Tupiza hace 134 años, en un día como hoy 10 de mayo de 1888, nació Remedios Oviedo v. de Daza, más conocida por ser autora de la letra del vals “Tupiza”. Creció y vivió en Tupiza, disfrutando su infancia y pubertad. Se casó muy joven, a los 16 años de edad. Formó una familia con siete hijos. En 1936 junto a sus hijos, partió a la ciudad de La Paz en busca de mejores días, donde también comenzó su etapa cultural de vida. Las tristezas familiares, las nostalgias por su tierra natal y el desamor, inspiraron sus creaciones musicales y poéticas.

Compuso cerca de 50 canciones en distintos géneros musicales. La primera obra musical compuesta en la década de los años 40, fue la cueca “Golondrina Viajera”. No obstante, el vals “Tupiza” -letra de Remedios v. de Daza y música de Gilberto Rojas- es la canción más conocida por sus coterráneos, que ya tiene 75 años de vigencia desde que fue grabada por primera vez en 1947 por Gilberto Rojas y el dueto “Las Kantutas” en el sello ODEON de Buenos Aires. Otras creaciones musicales destacadas de Remedios v. de Daza, son: las cuecas “Golondrina Viajera”, “Calla Corazón”, “Has Visto Morir el Sol” y “Las golondrinas”; los huayños “El mentiroso”, “Amor profundo”, “Chicheñita y “Kantutita” y; el bailecito “No llores zamba”. Estas canciones fueron interpretadas y grabadas por artistas y grupos bolivianos y de otros países. 

Entre los años 40 y 50, destacaron las grabaciones que hicieron “Las Kantutas” y el “Dúo Larrea Terán”. En los años 60, grabaron sus canciones las “Hnas. Arteaga”, la orquesta “Acuarela Boliviana”, el “Dúo Larrea Villavicencio” y “Los Brillantes” entre otros más. En la Argentina, es muy conocida la cueca “Has visto morir el sol” que fue grabada con él nombre de “La traidora” por Los Fronterizos (1967), el Chaqueño Palavecino (1989) y otros. En Estados Unidos, grabó este tema, el grupo Chaski (1991) de Texas. Entre los artistas bolivianos que grabaron recurrentemente las canciones de Remedios v. de Daza, a partir de los años 70, están: Fidel Torricos, Gladys Moreno, Luis Rico, Los Payas, Los Kory Huayras, Orlando Rojas, Dúo Larrea Uriarte, Enriqueta Ulloa, el Negro Palma, Jenny Cárdenas, Dúo Sentimiento, etc.  La mayoría de los artistas y grupos coterráneos de Remedios v. de Daza, solo grabaron el vals “Tupiza”. 

Remedios v. de Daza también creó poesías, las mismas que se publicaron en revistas y suplementos del periódico “El Diario” de La Paz en las décadas 70 y 80. En el crepúsculo de su vida, a la edad de 91 años, Remedios v. de Daza logró publicar en 1979 la obra “Mi Libro”, que es una antología poética brotada de su corriente literaria. 

Por medio de sus creaciones musicales y poéticas, Remedios v. de Daza repercutió en el ámbito cultural boliviano. Coadyuvó en el fortalecimiento de los roles de la mujer boliviana en la cultura, ayudó a incrementar el acervo musical boliviano, cobró notoriedad como poetiza y compositora, etc.

Algunas de sus canciones alcanzaron fama, se tornaron en clásicos del folklore boliviano y están incluidas en discos relativos a lo “mejor de Bolivia” junto a temas de otros grandes compositores bolivianos. El apelativo de “Tupiza joya bella de Bolivia” se derivó y adecuó de una frase de la letra del vals “Tupiza”. En suma, Remedios v. de Daza dejó a su patria y terruño un legado cultural importante. Sin embargo, los homenajes hacia la poetisa fueron escasos y póstumos, provenientes particularmente de artistas e instituciones ligadas al ámbito cultural.  Falleció en La Paz en mayo de 1986, a la edad de 98 años de edad.

La información expuesta se derivó de una investigación -en desarrollo final- sobre la vida y obra de la poetisa tupiceña, que estará plasmada en la obra “El Canto de un Cisne Enamorado”.


M Sc. Daniel H. Laguna V.
Cultura e Investigación Palala Ahicito

22 de enero de 2022

VECINOS

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Por: Luis Rico Arancibia


Seguimos siendo vecinos cuando, después de ayudar a las abuelas Segunda y Amalia, después de buscar a los abuelos Jorge y José, nos encontramos con Cesar para abrazarnos en el recuerdo de nuestra infancia cuando el sol se ocultaba en nuestra serranía colorada en el tiempo de “k´uquear” mientras los chacareros se ausentan a la fiesta de Remedios el 6 de enero cuando el río Tupiza hace presencia brava bajando de Tambillo hasta Entreríos.

A propósito de algunos recuerdos compartidos en la conversación que dio origen a la entrada "Otra cosa es con guitarra".

9 de enero de 2022

Otra cosa es con guitarra

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Testimonios con Guitarra
A dos cuadras de la calle Nicolás Acosta, ahicito en la Zoilo Flores,  terminando mi recorrido por el Mercado Rodríguez, decidí llamar al primer tupiceño galardonado con el Premio Nacional de Culturas, paisano, vecino y amigo, para consultar si podía pasar por su casa a darle un abrazo y recoger el ejemplar del libro que, tiempo atrás, le pedí me reservara.

Tenía que  ser ese día porque, de otra manera, el encuentro se postergaría hasta el año siguiente, este flamante 2022, y me hubiera quedado sin mi regalo navideño (...con cariño de Cayitos para Carloncho el Quin). Claro, sois unos capos para las deducciones, era el día de Navidad.

Toco el timbre de la puerta, donde un abrazo cariñoso es el preludio para una grata conversación en la que recordamos, no podía ser de otra manera,  Tupiza, sus personajes y anécdotas (Federico, la "catedrática", el Dr. Locuy, Don Julián y su farmacia...), así como las andanzas de los changos por los cerros y detrás de ellos en largas caminatas que servían para ubicar los sitios de donde, luego, se acarreaban los leños de churqui, cardones y las matas de thola para las fogatas de San Juan.

Inevitable, surge la conversación sobre la situación del país y las ilusiones y desengaños de quienes lo habitamos, para pasar luego a los proyectos en los que, ahora, se encuentra trabajando con sus nietos.

Va a por el libro motivo/pretexto de mi visita y vuelve, además, con su guitarra para hacerme partícipe entre otras, de una chacarera que enseña a contar los números y una tonada que canta los beneficios de los vegetales y siento como el conocido vozarrón que cantó "Coraje" en el "funeral del río", "los mineros volveremos", a "Pedro Arraya" y convocaba diciendo "vamos changos a la plaza", baja el volumen y entona las canciones con dulce y cálida voz dedicada a los niños... ¡Es un capo, #paquesdecir!

Finaliza la ronda de canciones con una que habla del barrio y las cosas de la vida que en el se aprenden del carpintero, el carnicero, el zapatero...

Vuelta a hablar del pago y recuerda cómo las mamás, Segunda y Amalia, preparaban los avíos para que él junto con mi tío, "el Flaco" Cesar Murillo, fueran a andar por los paisajes chicheños en  busca de aventuras que los preparaban para el ya mencionado acarreo de material combustible que debían hacer previo a la noche de San Juan. Obvio microbio, cuando la contaminación provocada por las fogatas no se percibía como un problema y antes de la masacre de Catavi que hiciera surgir al Rico que canta contra la desigualdad, la injusticia y las dictaduras
(¡Ja! supongo que es el único).

"...con la memoria de nuestra infancia y el amor al futuro..." cita la dedicatoria plasmada en el ejemplar  de "Testimonios con Guitarra" que obtuve con el valor agregado de una grata conversación, acompañada de recuerdos y canciones junto con el compromiso de repetir la reunión lo más pronto posible.

En "Testimonios con Guitarra", te encuentras con el relato de una vida de canto y amor por la vida que inicia, el 15 de mayo de 1946, en la tierra chicheña,  donde el tronar de la dinamita que abría paso al frontón (que, como recordarán los paisanos, contaba con un dispositivo para el retorno automático de pelotas) en el que varias generaciones de tupiceños jugamos a la paleta o la k'ajcha, daban junto a doña Amalia y su comadre Micaela, la bienvenida a Luis Rico.

Sus páginas,  pobladas de recuerdos felices y de días aciagos también, acompañan el relato con las letras de las canciones propias y de aquellos con los que compartiera escenario a lo largo y ancho de la patria y de esta nuestra América morena y más allá, allende los mares donde países de Europa, América (Norte, Central y Sur), el Caribe y Australia, entre otros fueron testigos de su canto y de encuentros gratos e inesperados, como aquel concierto en Suecia o Suiza (no me pidan precisión que no tengo la memoria del Cristobal "Colón" Vargas) en el cual en medio de las canciones escuchaba una voz que, entre el público, le decía "Oso", "Dale, Oso"  "Eso Oso" y claro era un paisano tupiceño que, en ese lejano país, asistía a escuchar el canto de su amigo el "Oso Rico".

Se encuentra también en las páginas del libro, el recuerdo del "Mano a mano entre hermanos"  concierto que en 2007, con motivo de recordar sus 40 años de canto, congregó en un mismo evento a Humberto Leyton Armendia, Willy Alfaro Carvallo y Luis Rico Arancibia, tres de los más grandes representantes del canto Tupiceño.

"Después de andar por el mundo
Vuelvo a curarme los males
El remedio no lo dudo
Un atao de tres tamales..."

Otra cosa es con guitarra, cita el dicho, y así guitarra en mano acompañadas de las letras de canciones transcurren en "Testimonios con guitarra", las memorias de quien uno no puede sino sentirse orgulloso y halagado de ser su paisano y amigo.

Y al leer sobre las ocasiones en las que, Lucho, tomó su guitarra y acudió a apoyar con su canto a los mineros o a los indígenas de la marcha por la vida y la marcha por el territorio y la dignidad, no puedo evitar recordar las veces que dijo presente cuando los paisanos requirieron que asistiera para apoyar los evento s que se realizaban a efectos de recaudar fondos para los paisanos que tenían algún problema de salud.

Testimonios con Guitarra es, sin duda alguna, un libro que en sus páginas muestra el amor por la tierra que lo vio nacer, la patria, la democracia, la libertad y la solidaridad de uno de los mejores autores e interpretes de Bolivia que debería ser leído por todos los bolivianos, particularmente por los chicheños y sobre todo por los tupiceños... ¡En serio, vale la pena hacerlo!