Ads 468x60px

22 de enero de 2022

VECINOS

No hay comentarios.:

Por: Luis Rico Arancibia


Seguimos siendo vecinos cuando, después de ayudar a las abuelas Segunda y Amalia, después de buscar a los abuelos Jorge y José, nos encontramos con Cesar para abrazarnos en el recuerdo de nuestra infancia cuando el sol se ocultaba en nuestra serranía colorada en el tiempo de “k´uquear” mientras los chacareros se ausentan a la fiesta de Remedios el 6 de enero cuando el río Tupiza hace presencia brava bajando de Tambillo hasta Entreríos.

A propósito de algunos recuerdos compartidos en la conversación que dio origen a la entrada "Otra cosa es con guitarra".

9 de enero de 2022

Otra cosa es con guitarra

1 comentario:

Testimonios con Guitarra
A dos cuadras de la calle Nicolás Acosta, ahicito en la Zoilo Flores,  terminando mi recorrido por el Mercado Rodríguez, decidí llamar al primer tupiceño galardonado con el Premio Nacional de Culturas, paisano, vecino y amigo, para consultar si podía pasar por su casa a darle un abrazo y recoger el ejemplar del libro que, tiempo atrás, le pedí me reservara.

Tenía que  ser ese día porque, de otra manera, el encuentro se postergaría hasta el año siguiente, este flamante 2022, y me hubiera quedado sin mi regalo navideño (...con cariño de Cayitos para Carloncho el Quin). Claro, sois unos capos para las deducciones, era el día de Navidad.

Toco el timbre de la puerta, donde un abrazo cariñoso es el preludio para una grata conversación en la que recordamos, no podía ser de otra manera,  Tupiza, sus personajes y anécdotas (Federico, la "catedrática", el Dr. Locuy, Don Julián y su farmacia...), así como las andanzas de los changos por los cerros y detrás de ellos en largas caminatas que servían para ubicar los sitios de donde, luego, se acarreaban los leños de churqui, cardones y las matas de thola para las fogatas de San Juan.

Inevitable, surge la conversación sobre la situación del país y las ilusiones y desengaños de quienes lo habitamos, para pasar luego a los proyectos en los que, ahora, se encuentra trabajando con sus nietos.

Va a por el libro motivo/pretexto de mi visita y vuelve, además, con su guitarra para hacerme partícipe entre otras, de una chacarera que enseña a contar los números y una tonada que canta los beneficios de los vegetales y siento como el conocido vozarrón que cantó "Coraje" en el "funeral del río", "los mineros volveremos", a "Pedro Arraya" y convocaba diciendo "vamos changos a la plaza", baja el volumen y entona las canciones con dulce y cálida voz dedicada a los niños... ¡Es un capo, #paquesdecir!

Finaliza la ronda de canciones con una que habla del barrio y las cosas de la vida que en el se aprenden del carpintero, el carnicero, el zapatero...

Vuelta a hablar del pago y recuerda cómo las mamás, Segunda y Amalia, preparaban los avíos para que él junto con mi tío, "el Flaco" Cesar Murillo, fueran a andar por los paisajes chicheños en  busca de aventuras que los preparaban para el ya mencionado acarreo de material combustible que debían hacer previo a la noche de San Juan. Obvio microbio, cuando la contaminación provocada por las fogatas no se percibía como un problema y antes de la masacre de Catavi que hiciera surgir al Rico que canta contra la desigualdad, la injusticia y las dictaduras
(¡Ja! supongo que es el único).

"...con la memoria de nuestra infancia y el amor al futuro..." cita la dedicatoria plasmada en el ejemplar  de "Testimonios con Guitarra" que obtuve con el valor agregado de una grata conversación, acompañada de recuerdos y canciones junto con el compromiso de repetir la reunión lo más pronto posible.

En "Testimonios con Guitarra", te encuentras con el relato de una vida de canto y amor por la vida que inicia, el 15 de mayo de 1946, en la tierra chicheña,  donde el tronar de la dinamita que abría paso al frontón (que, como recordarán los paisanos, contaba con un dispositivo para el retorno automático de pelotas) en el que varias generaciones de tupiceños jugamos a la paleta o la k'ajcha, daban junto a doña Amalia y su comadre Micaela, la bienvenida a Luis Rico.

Sus páginas,  pobladas de recuerdos felices y de días aciagos también, acompañan el relato con las letras de las canciones propias y de aquellos con los que compartiera escenario a lo largo y ancho de la patria y de esta nuestra América morena y más allá, allende los mares donde países de Europa, América (Norte, Central y Sur), el Caribe y Australia, entre otros fueron testigos de su canto y de encuentros gratos e inesperados, como aquel concierto en Suecia o Suiza (no me pidan precisión que no tengo la memoria del Cristobal "Colón" Vargas) en el cual en medio de las canciones escuchaba una voz que, entre el público, le decía "Oso", "Dale, Oso"  "Eso Oso" y claro era un paisano tupiceño que, en ese lejano país, asistía a escuchar el canto de su amigo el "Oso Rico".

Se encuentra también en las páginas del libro, el recuerdo del "Mano a mano entre hermanos"  concierto que en 2007, con motivo de recordar sus 40 años de canto, congregó en un mismo evento a Humberto Leyton Armendia, Willy Alfaro Carvallo y Luis Rico Arancibia, tres de los más grandes representantes del canto Tupiceño.

"Después de andar por el mundo
Vuelvo a curarme los males
El remedio no lo dudo
Un atao de tres tamales..."

Otra cosa es con guitarra, cita el dicho, y así guitarra en mano acompañadas de las letras de canciones transcurren en "Testimonios con guitarra", las memorias de quien uno no puede sino sentirse orgulloso y halagado de ser su paisano y amigo.

Y al leer sobre las ocasiones en las que, Lucho, tomó su guitarra y acudió a apoyar con su canto a los mineros o a los indígenas de la marcha por la vida y la marcha por el territorio y la dignidad, no puedo evitar recordar las veces que dijo presente cuando los paisanos requirieron que asistiera para apoyar los evento s que se realizaban a efectos de recaudar fondos para los paisanos que tenían algún problema de salud.

Testimonios con Guitarra es, sin duda alguna, un libro que en sus páginas muestra el amor por la tierra que lo vio nacer, la patria, la democracia, la libertad y la solidaridad de uno de los mejores autores e interpretes de Bolivia que debería ser leído por todos los bolivianos, particularmente por los chicheños y sobre todo por los tupiceños... ¡En serio, vale la pena hacerlo!