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8 de octubre de 2016

De mis paisanos VII

La Chorolque era por entonces, la calle más usada para llegar al "Teatro Municipal Suipacha" que como recordarás, fungía también de sala cinematográfica.

Y en dicha calle, tenía su taller uno de los sastres del pago, quien conocedor de las costumbres de los paisanos, llegada la hora en que éstos se dirigían al "Suipacha", dejaba la faena y salía a la puerta para saludar a quienes por allí pasaban.

Y era éste, el momento que aprovechaba, para recordar a quienes olvidándose de las pilchas elaboradas al fio por el noble sastre, pasaban del brazo con la novia a gastar en el cine, lo que podrían usar en amortizar lo adeudado.

Pero entre quienes se hicieron confeccionar trajes para ser pagados en incómodas cuotas, estaba uno que no por estar enamorado había perdido la memoria y que para evitar los calores de ser cobrado delante de la enamorada, se las arreglaba con cualquier pretexto, para llegar al cine por las calles aledañas, "ora por la Bolívar, otrora por la Santa Cruz".

Un día no obstante, apremiado por la hora, enrumbó a paso vivo el paisano de la mano con su novia, por la temida calle Chorolque, justo por la acera en que el "alfayate" tenía su taller.

Tarde fue que percatándose de su olvidó cruzó, so pretexto de ver si la panadería estaba abierta, a la acera del frente, pues ya el sastre lo había divisado a lo lejos y le hacía señas para que se aproxime, haciendo inevitable, que de acera a acera, se entablara el siguiente diálogo:

Sastre: Paisano buenas  noches (hasta que lo pillé al cangrejo).
Paisano:   Cómo está maestrito, buenas noches... (a tiempo que apuraba el paso).
Sastre: Cómo es pues del asuntito, venga por aquí para que hablemos (ahora no se me escapa el bribón).
Paisano: Sí maestro si, que tenga una linda noche (tampoco iba a dejar que la novia se  entere).
Sastre: Pero, ¡ya ps che! cómo es del asuntito, venga para que arreglemos (este se quiere pasar como si nada debiera).
Paisano: Claro maestro, claro,  mañana o pasado vengo y le cuento del asuntito ese (jura que voy a ir, seré deudor pero sonso no soy).
Sastre: Pero, ¡venga pues de una vez o voy a tener que tomar otras medidas..! (medio cabreado ya y alzando la voz).
Paisano: No, no maestro, con las mismas medidas nomas, pero con tres botones por favor.

Y cuentan en el pago, que tal fue la sorpresa del buen sastre, ante la ingeniosa salida del paisano que no solo se quedó "sin tijcho" y riendo por un rato (agarrándose la panza), sino que acabó condonando la deuda y haciéndole un traje con los tres botones requeridos.