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13 de octubre de 2011

In memoriam

Hoy, como hace ya un tiempo, lloramos la muerte de un querido amigo, él estuvo entre nosotros durante muchos años.

Nadie sabe, a ciencia cierta, cuántos años tenía, puesto que los datos sobre su nacimiento hace mucho que se perdieron en los vericuetos de la historia, sin embargo, su nombre permanece en la memoria y con nostalgia recordamos a Sentido Común.

Será recordado por haber sabido cultivar lecciones tan valiosas como que hay que trabajar para poder tener un techo propio sobre la cabeza, que se necesita leer todos los días un poco, saber por qué los pájaros que madrugan consiguen lombrices y, también, por reconocer la validez de frases tales como "la vida no siempre es justa" y "tal vez haya sido yo el culpable".

Sentido Común vivió bajo simples y eficaces consignas (no gastes más de lo que ganas) y estrategias parentales confiables (los adultos, no los niños, están a cargo).

Su salud comenzó a deteriorarse, rápidamente, cuando se aplicaron reglas bien intencionadas pero ineficaces: Informes respecto de un niño de seis años acusado de abuso sexual por haber dado un beso a una compañera de clase; adolescentes que debieron irse a otro colegio por haber denunciado a un compañero distribuidor de droga y una maestra despedida por reprender a un alumno indisciplinado, sólo hicieron que empeorara su condición.

Sentido Común perdió terreno cuando los padres atacaron a los maestros sólo por hacer el trabajo en el que ellos fracasaron: Disciplinar a sus ingobernables hijos.

Declinó, aún más, cuando las escuelas debieron requerir un permiso de los padres para administrar una aspirina, poner protector solar o colocar una curita a un alumno. Aunque, eso sí, no podían informar a los padres si una alumna estaba embarazada y quería abortar.

Sentido Común perdió el deseo de vivir cuando los Diez Mandamientos se convirtieron en material risible, algunas iglesias en negocios, los criminales empezaron a recibir mejor trato que sus víctimas y la mentira, de tanto repetirse, desplazó a la verdad.

Para Sentido Común fue un duro golpe que uno ya no pueda defenderse de un ladrón en su propia casa, pero que él sí pueda demandarnos por agresión; y que si un policía mata a un ladrón, incluso si éste estaba armado, sea inmediatamente investigado por abuso de la fuerza, cuando no acusado de gatillo fácil.

La muerte de Sentido Común fue precedida por la de sus padres, Verdad y Confianza, la de su esposa Discreción, la de su hija Responsabilidad y la de su hijo Raciocinio.

Lo sobreviven sus tres hermanastros: Conozco Mis Derechos, El Tiene la Culpa y Soy Una Víctima de la Sociedad.

No hubo mucha gente en su funeral porque muy pocos se enteraron (percataron) de que se había ido.

¡Paz en su tumba!

Texto enviado hace tiempo al correo electrónico del Quintacho, quien hoy lo rescata de entre los borradores de este blog y se entera que corresponde a una recopilación realizada por: Jairo Arcila Arbeláez.