¡Ay, Vidita!
Decías, también cuando con tu bello ceño fruncido (mi piquito le decía) golpeabas con tu manito cerrada, mi pecho porque a veces soy así (no sé cómo) y así me amas, lo sé.
¡Ay, vidita!
Duelen, duelen mucho los golpes que nos dio la vida.
Esta vida que por largo tiempo se encargó de llevar nuestro sino por caminos enredados y separados, para luego mostrarnos que si caminábamos juntos encontraríamos el destino feliz que buscábamos a tientas, cual ciegos al borde del abismo.Y así lo hicimos, lo decidimos y unimos nuestras vidas a pesar de los pesares y de las lenguas largas agoreras de quienes miraron con disgusto nuestra unión.
¡Al carajo, con ellos! te dije entonces y lo sostengo ahora, porque seguro gracias a ti soy mejor persona, mi collita valiente, mi guerrillera andina, amorcito de mi vida.
¡Ay, Vidita!
Ojalá hubiera estado menos tiempo en el trabajo y dispuesto de más tiempo para salir y conocer nuestra patria y el mundo como deseábamos, trabajo por el que tantas veces, resignada aceptaste postergar el viaje....y no valió la pena.
¡Ay, Vidita!
"Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios...", decía Vallejos.
Y parecería que el último tiempo todos cayeron sobre nosotros, como si pretendieran pulverizar nuestro amor, no obstante este se hizo más fuerte con la adversidad y creció más todavía.
¡Ay, Vidita!
Te amé tanto, como tú me amas.Te entregué mi vida toda, así como recibí la tuya toda.
Y ahora, ahora tengo que aprender a vivir sin tu sonrisa al despertar, sin tus besos antes de dormir, sin tu diario amar...
Sin tu vida al lado de la mía.
¡Ay, Vidita!
Como te escribí antes, pasaron los años y ya los chicos están grandes y mi bigote y barba se tiñeron con el color del tiempo, mientras tú como ayer, mantienes ese algo que a mi me enamora y aquí me tienes amándote como entonces, como siempre.
¡Ay, Vidita!
Si como tú creías, hay otra vida después de esta, seguro estarás ahora disfrutando del reencuentro con las abuelas, con Blanquita tu mamá, con la tía Marina y Leo Martín que se adelantó para preparar tu recepción.Mientras, quedo aquí con nuestros hijos Pablo y Diego para quienes intentaré en adelante ser un poco más como tú, amor mío, difícil pretensión, lo sé.
Y con nosotros queda nuestro perrijo el Lukitas, que ya es mi compañía en nuestro lecho y que como a ti, me reclama la primera caricia del día (Era el primero a quien besabas. En mi caso, ejercer su derecho a dar su ronda matutina, por el frente de la casa).Y tus plantas... ¡qué jodido cuidar tus plantas!, pero las quieres tanto que por eso cuido de ellas ahora.Y si acaso tienes razón (en que hay un más allá) y puedes, vela por ellos (Pablo y Diego), perdona las penas que pude haberte causado y por favor, cuida de tu esposo que te ama tanto.
¡Ay, Vidita!
Duele, dolerá mucho, no cabe duda. Sin embargo, amor mío, celebro ser yo quién llore la despedida porque te amo y no soporto la idea de que tus bellos ojos verdes, se nublen con este triste, terrible, doloroso llanto del adios.¡Ay, Angelita, amada!
Texto leído en la despedida (un hasta pronto, supongo) de mi amada esposa, Ángela Milenka Montaño Barrios.
La Paz, 24 de abril de 2025