
Cuantas noches pasamos en ella, cuantos cuentos, anecdotas y rejas escuchó y cuanto gastamos nuestros zapatos dando vueltas ya por la derecha ora por la izquierda, cuantas retretas, los jueves y domingos, escuchamos y cuantas muchachas vimos pasar por su vereda.
Tantas cosas en ella planeamos y, ahí está como estuvo desde siempre, esperando a los adolescentes que acudían a ella para sentados en un banco ver pasar a la muchacha de sus sueños y desazones, con nuevos muchachos y muchachas que empiezan su transcurrir en la vida, apuntando a ser jovenes, llenos de sueños e ilusiones como lo estuvimos en su momento nosotros, y los que habiendo salido del pago que nos vio crecer, volvemos ahora a ella para recordar los viejos tiempos en que noche tras noche, en primavera, verano, otoño o invierno nos cobijaba.
¡Caspitas que pasamos tanto tiempo en ella!
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