Uno de los propósitos del sitio es provocar, también, una sonrisa en quienes nos visitan, así pues os dejo con la historia de Antonio después de una noche de farra, supongo que de viernes de soltero como llamamos en Bolivia, o como se la llame en el mundo.
Esta historia, como las que vendrán, son parte de lo que llega al correo electrónico del Quintacho y que se difunden a través de "El Semanal del Quintacho".
;-))
Antonio se despierta en casa con una resaca monumental. Se esfuerza en abrir los ojos, y lo primero que ve es un par de aspirinas y un vaso de agua en la mesita de noche. Se sienta y ve su ropa toda bien limpia y planchada frente a él. Antonio mira alrededor de la habitación y ve que todo está en perfecto orden y limpio. El resto de la casa está igual.
Coge las aspirinas y ve una nota sobre la mesa: "Cariño, el desayuno está en la cocina, salí temprano para hacer unas compras. Te quiero."
Así que va a la cocina, y cómo no, ahí estaba el desayuno y el periódico del día esperándole. Su hijo también está en la mesa, desayunando. Antonio le pregunta, "¿Hijo, qué pasó ayer por la noche?" Su hijo le contesta, "bien, pues volviste después de las 3 de la madrugada, borracho como una cuba y con delirios. Rompiste algunos muebles, vomitaste en el pasillo y te pusiste un ojo morado cuando te diste contra la puerta."
Confundido, Antonio pregunta, "¿Y cómo es que todo está tan limpio y ordenado, y el desayuno esperándome en la mesa?"
Su hijo contesta, ¡Ah, eso! Mamá te arrastró hacia el dormitorio y cuando intentó sacarte los pantalones, tu gritaste:
"¡Quieta perra, soy casado!"
Conclusiones:
Una resaca autoinducida - 100.00 $US
Mobiliario roto - 200.00 $US
Desayuno - 10.00 $US
Decir la frase adecuada – no tiene precio.
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