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Por: Cristobal Vargas Choque El 9 de enero de 2021 |
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Humberto, Mateo y Fernándo |
El Negro Leytón fue sin lugar a equivocaciones, una de las mejores voces que aportó nuestra tierra al canto popular y folklórico del País, fue él quien popularizó “El rompe cantarito” la inspiración emblemática de Willy Alfaro, juntos marcaron uno de los momentos más fecundos de la difusión de la música chicheña y especialmente tupiceña, ahí están las innumerables grabaciones discográficas.
Seguramente al respecto habrán trabajos de historiadores y biógrafos que dan o darán cuenta del merecido lugar que debe ocupar Humberto por todo el cariño con que dedicó su vida a enaltecer la cultura chicheña. Recuerdo que antes de que cantara música nacional, era un amante de los boleros, de los valses y música latinoamericana, recordarán muchos verle acompañado por los “Diamantes”, un dúo, a veces trío al estilo de los famosos de esa época, Los Panchos. Boleros como “Sin mentir” o el emblemático “Angelitos Negros” eran aclamados por el fervoroso público en las innumerables veladas artísticas del pueblo, ya sea en el Teatro Suipacha o en la Cancha Ferro, donde dos micrófonos y algunos altavoces eran suficientes para degustar de la voz única y maravillosa del “Negrito de la voz de Oro” como se lo anunciaba.
Al empezar el presente siglo, creo que el dos mil tres, tuvimos el privilegio de homenajear a Humberto en Cochabamba, Acción Chicheña preparó una peña con rotundo éxito, en la ocasión le acompañaron músicos tupiceños como Guido Tito, Marcial Vargas y Jaime Barea, pudimos apreciar un variado repertorio, por supuesto no podían faltar las inmortales de Alfaro, Rompe Cantarito, Mi desventura, Amor feo, Mi escuelita, también interpretó de Carlos Rayne algunas hermosas cuecas y tonadas, de Domínguez la leñera y también algunas de su propia autoría, la canción de la noche fue “El botarate” del Papucho, y finalizó como era de esperar con el Vals a Tupiza de doña Remedios Oviedo Vda. De Daza.
Aquella ocasión los paisanos nos esforzamos para que el querido Humberto se sintiera feliz, Eduardo Arenas se ocupó de que todo estuviera así. Compartimos tardes de tertulias y asados, era un gran conversador de recuerdos y conceptos cariñosos para con todos los paisanos.
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Fernando "Horacio" Ruiz |
Así de cariñoso y conversador es también, El Negro Ruiz, el paisano que lleva consigo una rica historia personal digna de contarla y es poseedor de una férrea voluntad y determinación, a él me unen esos lazos no dichos ni escritos, solo sentidos y que son difíciles de expresarlos con palabras.
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Fernando "Horacio" Ruiz |
Al mirar ese árbol y la habitación del fondo, recordé que un día como hoy de hace muchos años, el festejo empezó el día anterior, de carpa en carpa, probando las "delicatesen", pasando a las espirituosas, encontrándonos con muchísimos amigos y entre ellos al Negrito Leytón, que también adelantaba su festejo.
La carpa aquella era la más visitada, se aparecieron guitarreros de toda laya, claro, era comprensible, quien no quisiera echarse un gorjeo por lo menos, al lado de Humberto, hasta que, de la contigua carpa pasó a la nuestra un “carpero” como si de una película del Lejano Oeste se tratara… Entonces, tocaba la retirada, pero ganas todavía quedaban… Ja, ja, ja, ja…En situaciones similares, siempre a alguien se le ilumina el foquito, vió su reloj y dijo: “Negro andá a dormir, dentro de poco será tu cumpleaños y tenemos que darte serenata”… Obediente, el Horacio hizo como que se recogía y… A las doce en punto, empezamos a cantar en la puerta de su casa hasta que con la voz afable y paternal don Santiago (Su señor padre) nos invitó a entrar… hasta el fondo donde era la habitación del Fer…
Un abrazo al cielo para Humberto, su voz y su recuerdo siempre estarán presentes en la paisanada, y otro para Fernando con todo el aprecio de toda la vida. Un recuerdo imperecedero para los "Negritos" del barrio, que por cierto eran muchísimos, quizá por eso y por mucho más llegaron a decir: "El Harlem de Tupiza", ja, ja, ja, ja...Grande riqueza, dulce compañía es la del ser que llega con el día y aclara nuestras noches interiores.
Fuente de convivencia, de ternura, es la amistad que crece y se madura en medio de alegrías y dolores.
(Carlos Castro Zaavedra)
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